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miércoles, 20 de octubre de 2010

Beato Papa Juan XXIII

Beato Papa Juan XXIII

El 3 de septiembre del Año Santo 2000 se realizó una gran celebración para elevar a la gloria de los altares al Papa Juan XXIII, llamado por los romanos el “Papa bueno”. Nacido el 25 de noviembre de 1881 en la diócesis de Bergamo, en norte Italia, se llamaba Ángel Roncalli y había crecido en una familia de trece hermanos que vivía del trabajo de unas pocas hectáreas de terreno cultivado en parcelas.
Tuvo una educación familiar impregnada de fe y resguardada por el santo temor de Dios. Por sus dotes de piedad y de viva inteligencia fue encaminando a estudiar en el seminario, al que ingresó a los 12 años. Se aprovechó desde temprano de la dirección espiritual, tomando nota de sus propósitos y progresos en un diario que lo acompañó durante toda su vida y que dejó como un precioso y edificante documento de su espiritualidad. Después de su muerte, este diario fue publicado con el nombre de “Diario de un Alma”.
De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio Seminario Romano, que lo llevó al sacerdocio en junio de 1904. el obispo de Bérgamo lo quiso como su secretario y compañero en las actividades pastorales de la diócesis hasta que falleció en 1914. 
Fue profesor de Historia de la Iglesia, Patrología y Apologética en el seminario y colaboró en el diario católico de la diócesis, ofreciéndose también al servicio de la predicación asidua, profunda y eficaz en las parroquias.
Durante la Primera Guerra Mundial prestó servicios en el área de la salud, ofreciendo al mismo tiempo auxilios religiosos a los heridos.
 Llamado a Roma por el Papa Benedicto XV para cuidar de la Obra Pontificia De Propagación de la Fe, organizó la gran exposición misionera mundial durante el Año Santo de 1925. en este mismo año fue consagrado obispo y nombrado Visitador Apostólico en Bulgaria y, poco después, Delegado del Papa en Turquía y en Grecia. Allí se distinguió por su intenso ministerio a favor de los católicos y de los ortodoxos, manteniendo con estos últimos un diálogo respetuoso. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue magnánimo en la ayuda a los prisioneros y salvó de la deportación a numerosos judíos.
En atención a sus servicios diplomáticos fue nombrado por el Papa Pío XII Nuncio Apostólico en Francia. Allí fue puesta  a prueba toda su habilidad diplomática debido a que la Iglesia, en ese país, era acusada de colaborar con las tropas de ocupación nazi. Y consiguió de hecho normalizar la organización eclesiástica durante el nuevo gobierno.
En 1953 fue elegido Cardenal y nombrado Patriarca de Venecia. Con 73 años de edad, Ángel Roncalli pensaba haber llegado al último grado de responsabilidad eclesiástica en su vida y encauzó las energías de su mente y su corazón para guiar, como buen pastor, la grey veneciana en la difícil posguerra. Pero Dios lo llamó cinco años después para ejercer el supremo gobierno espiritual de la Iglesia. Esto produjo luego del Cónclave del 28 de octubre de 1958, en la elección de sucesor del gran Pontífice Pío XII.
Tomó como nombre Juan XXIII, elección debida a su gran devoción por San Juan Bautista, el patrono de la iglesia parroquial en la que fue bautizado. Su actuación como Sumo Pontífice fue la de un buen pastor, delicado, solicito y, al mismo tiempo, bondadoso y audaz.
Uno de los primeros gestos de bondad fue una visita al hospital de niños de Roma, donde besó cada uno de los pequeños y a la cárcel, donde dirigió palabras de ánimo y dio la mano a cada uno de los presos.
Su magisterio social está expresado en las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris. En su ministerio se desempeño como obispo de la diócesis de Roma y visitó las iglesias del centro y de la periferia. Convocó un Sínodo en Roma y, de manera totalmente imprevista y con gran impacto, convocó al Concilio Ecuménico Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962.
En todas sus actividades pastorales fue guiado por un profundo espíritu de oración y por la solicitud evangélica cargada de bondad y de confianza incondicional en la eficiente presencia de Cristo en la Iglesia.
Falleció la tarde del 3 de junio de 1963. Su memoria litúrgica se celebra el 11 de octubre.