Laura Vicuña |
Laura Vicuña nació en Santiago de Chile el 15 de abril de 1891, hija de José Domingo Vicuña, militar y miembro de una distinguida familia chilena, y de Mercedes. A causa de los conflictos que se desarrollaban por aquella época y que culminarían con la destitución del presidente Balmaceda, el padre de Laura decidió trasladarse con su familia a Temuco, en el sur de Santiago, con el fin de proteger a su familia de las persecuciones políticas. Poco después, José Vicuña falleció.
La madre de Laura, Mercedes, sola y con dos hijas pequeñas, viajó a la Argentina y se estableció en Neuquén, en la casa de un estanciero muy rico llamado Manuel Mora, hombre inescrupuloso y violento con el que comenzó una relación amorosa irregular. A Laura no le gustaba aquel hombre.
En 1899 se abrió en la zona un colegio de las hermanas de María Auxiliadora, al cual comenzó a asistir Laura, que se destacó inmediatamente por su bondad y compañerismo. Dos años más tarde recibió la Primera Comunión, que hizo con gran fervor, y desde ese día se comprometió a vivir para Jesús y a rezar por la conversión de su madre, impedida de recibir los sacramentos por su situación irregular y alejamiento de la fe. Al mismo tiempo, Laura alimentaba el deseo de consagrarse a Dios en la congregación de las Hermanas de María Auxiliadora.
El estanciero con el cual compartían la vivienda, al ver que Laura se convertía en una jovencita muy atractiva, intentó propasarse con ella, pero la niña rechazó con firmeza. Sin embargo, Mercedes, su madre, a pesar de conocer los hechos, continuó junto a aquel hombre.
Muy triste y preocupada por aquella situación, Laura tomó una determinación radical: ofrecería su propia vida a Jesús a cambio de la salvación eterna de su mamá. Lo consultó con su confesor y éste, después de meditar largamente el pedido de la niña, la autorizó a realizar aquel ofrecimiento. Laura tenía sólo 12 años.
Al poco tiempo la salud de la niña comenzó a declinar rápidamente y finalmente enfermó de gravedad. La madre de Laura se trasladó junto a su hija a un pueblo vecino a la estancia, en Juan de los Andes, y se instaló en una pequeña casita, donde se dedicó a cuidar a su hija.
Pero Laura, agotada por las fiebres y los dolores, ya no se recuperó. Sin embargo ella estaba tranquila y contenta, jamás se quejaba y soportaba su mal con cristiana serenidad.
Momentos antes de morir, llamó junto a sí a su madre y le confesó que moría feliz porque Jesús había escuchado su pedido. También le pidió que cambiara de vida y regresara a Jesús.
La madre, emocionada por la ofrenda de su hija, se lo prometió. Poco después, la jovencita moría en la paz de Dios. Era el 22 de enero de 1904 y le faltaban dos meses para cumplir 13 años. Mercedes Vicuña mantuvo su promesa: abandonó a Mora y desde entonces llevó una vida cristiana.
El papa Juan Pablo II beatificó a Laura Vicuña el 3 de septiembre de 1988 y la presentó como testimonio de vida y modelo de santidad, especialmente para los niños y jóvenes.
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